El sábado 9 de abril, desde muy temprano, las mujeres paraguayas, iban y venían, de barrio en barrio, preparando el Bicentenario en San Martín. Comidas típicas del Paraguay, como el bori-bori , mbéyú, chicharó hú’ití; la sopa y el chipá desde ya, fueron infaltables en la fiesta del Bicentenario del Paraguay.
Solemos repetir continuamente la palabra FIESTA, y con mayúscula, para aceptar que los paraguayos también tenemos derecho a FESTEJAR, como así a CONMEMORAR Y REINVINDICAR lo que al PUEBLO le pertenece; ya que somos reacios a tomar como FIESTA el acontecimiento de los 200 años de la Independencia del Paraguay, al menos continuamente escuchamos de boca de nuestros dirigentes: ‘’poco tenemos para FESTEJAR los paraguayos que vivimos lejos de nuestra patria’’.Pero para todo San Martín, al menos parte del mismo, el 9 de abril fue una fiesta. La música, el canto, las danzas paraguayas, el baile espontáneo de la gente; los aplausos y gritos de ¡¡VIVA EL PARAGUAY!! repicaron frente a la Capilla Santa Clara de Asís del Barrio Libertador, en plena cuaresma. El padre franciscano, Alberto Benegas también festejaba la alegría de su feligresía y repetía continuamente ‘’esto es lo que le faltaba a este pueblo tan sufrido’’.
En danzas se lucieron LAS FLORES DE SAN MARTIN Y EL GRUPO YBERA.
Y llegó la noche. Los chicos corriendo de aquí para allá en la calle, que pocas veces tuvieron oportunidad de hacerlo por el intenso tránsito de la Av. Libertador, disfrutaban de la libertad de hacerlo por primera vez quizás; como por primera vez los paraguayos de la zona solicitaron al municipio el corte de una arteria vehicular para hacer una fiesta, también el escenario y un potente y magnífico sonido que los grupos musicales se negaban a abandonar.
Los acordes del arpa paraguaya se quedarán por mucho tiempo rondando la vecindad, como “póras” del BICENTENARIO DEL PARAGUAY; la música paraguaya, el dulce idioma guaraní, la alegría de la gente y de los cansados, pero contentos organizadores ya forman parte de los 200 años de la historia paraguaya.
Trigidio González Candia